El babeo o exceso de saliva es normal en los bebés y se debe fundamentalmente a que los pequeños no saben tragar la saliva a menudo, que entonces le sale de la boca mojando todo lo que tenga alrededor.

Por eso, ponerle un babero y cambiárselo a menudo (además de llevar baberos de recambio si salimos de casa) es la «solución», no para que deje de babear, sino para que el pechito no se le moje.

Esto es especialmente importante cuando hace frío, ya que llevar la ropa mojada y fría en contacto con su cuerpo le va a resultar molesto y corre el riesgo de enfriarse.

¿Cuándo preocuparme por el babeo?

El babeo en bebés y niños pequeños puede empeorar con los resfriados y alergias, pero si notamos que su producción de saliva es excesiva (sialosis) deberemos consultar al pediatra u odontólogo por si hubiera alguna infección u otra afección que provocara el babeo excesivo.

Si el babeo se alarga en el tiempo, puede ser signo de algún problema del sistema nervioso que dificulte la deglución. Por ello conviene consultar al médico en los casos siguientes:

  • Si no se ha diagnosticado la causa del babeo prolongado.
  • Si nos preocupa que puedan producirse náuseas o ahogamiento.
  • Si el niño tiene fiebre, dificultad respiratoria o mantiene la cabeza en una posición extraña.