¿Cómo es una mujer que ama demasiado?

Es alguien que tiende a exagerar las características naturales que tenemos por ser mujeres, como el querer cuidar o controlar todo. A esto se suma que se relaciona siempre con el mismo tipo de hombres: los adictos a algo. Al sexo, al alcohol, a las drogas, a la fiesta, etc. Como exageran esas conductas femeninas, están convencidas de que pueden ‘arreglar’ a su pareja o hacer que cambie gracias a ella. Tienden a hacer cosas por otros y para otros, pero no por ellas; quieren tomar responsabilidades que no les corresponden sobre la vida de su pareja y hacerla ‘más fácil’, porque eso las hace sentir seguras.

¿Le facilitan la vida al otro aunque la suya se haga más difícil?

¿Cuánta energía gastan en la otra persona? la mayoría de las veces, la respuesta será: 90 por ciento. Es decir, 90 por ciento de su tiempo y su atención destinados a una persona sobre cuyos actos no tienen control. Las mujeres que aman demasiado son así, dejan el 10 por ciento restante para su carrera, sus hijos o cualquier cosa que disfruten hacer fuera de su pareja, pero la mayoría de sus pensamientos están relacionados con el hombre que aman. Es común que se digan a sí mismas: ‘No soy lo suficientemente dulce, atenta o valiosa’ como para poder arreglar el problema que él tiene.

¿Físicamente se ven de una forma en particular?

No. Pueden ser aliñadas o desordenadas. Lo que pasa con ellas es que, como todo lo hacen por o para la otra persona, si eligen vestirse bien, generalmente lo hacen para que la otra persona lo note y no porque les guste verse así.

¿Por qué define esas mujeres como adictas a las relaciones?

Porque son personas que, sin saberlo, utilizan la necesidad de mejoría que tiene el otro para ponerse como su droga, como su ‘cura’. Es decir, se sienten bien si creen que su pareja está bien gracias a ellas, o cuando obtienen palabras como ‘tú me estás cambiando’, ‘soy mejor gracias a ti’. En mi opinión, se convierten en adictas al drama, a sentir que están sacrificando todo por sacar al otro de su problema. Lo ideal es que seamos conscientes de que nuestra obligación es cuidar de nosotras mismas. No podemos vivir en función de hacer feliz a alguien para sentirnos felices.

Si el perfil de la ‘adicta a las relaciones’ es el de alguien que siente que lo da todo por amor, ¿cómo identificar que se trata de una adicción y no de un tipo de amor que están acostumbradas a dar?

Es difícil, siempre son mujeres que dicen: ‘Es que te amo tanto’, ‘es que estoy haciendo tanto por ti’, ‘es que no me estás valorando’. Nunca se dan cuenta de que en realidad ese es el ‘acuerdo’ que tienen con su pareja: él tiene problemas, y ella trata de salvarlo. Ella siente placer por ser la ‘droga’ que lo ‘sana’, mientras esos esfuerzos se convierten en la ‘droga’ que ella necesita para ser feliz.

Creo que hablar del tema con familiares y amigos e ir a terapia es lo que permite reconocer el problema.

¿La adicción a las relaciones tiene cura?

Sí, pero creo que es algo a lo que se llega cuando se ha tocado fondo. Muy pocas personas logran dejar una adicción, sea cual sea, por voluntad propia. Los adictos al alcohol, por ejemplo, suelen llegar al punto de querer rehabilitarse solo cuando han pasado por muchos momentos de sufrimiento y de perder el control. Casi nunca pasa por acción de sus familiares, que constantemente les están pidiendo que abandonen el licor. Con las mujeres que aman demasiado es lo mismo.
En mi opinión, lo más efectivo para superar las adicciones son las guías de 12 pasos, como las que usa Alcohólicos Anónimos, en las cuales lo más importante es la presencia de una fuerza superior en el proceso. Confiar en nuestra propia voluntad es sobreestimarnos.

Ambos entran en un entorno de drama, sufrimiento y lucha que justifican porque creen que ‘así es como se ganan las cosas que de verdad son valiosas’

¿Por qué es importante creer en una fuerza superior para superarlo?

Porque no podemos confiar en nuestra propia voluntad. No importa si es Dios, el universo, la energía. Creer en algo superior hace que no llevemos toda la carga del proceso y podamos identificar cuál es la fuente de nuestra felicidad y la de nuestro sufrimiento. Así es como sabemos cerca de dónde queremos y debemos estar.

¿La pareja de una adicta a la relación puede llegar a sentirse cómoda siendo ‘el malo’ o ‘la víctima’?

Quienes están inmersos en este tipo de relaciones tienen una dosis de drama muy alta en su día a día; puede tratarse de una novela terrible, pero para ellos es algo impresionante que les genera adrenalina, que vale la pena, que ‘si cuesta tanto es porque es muy bueno’.
Por eso creo que sí puede llegar a generar una dependencia en la otra persona. Ambos entran en un entorno de drama, sufrimiento y lucha que justifican porque creen que ‘así es como se ganan las cosas que de verdad son valiosas’. Pero no, están equivocados.

¿Una relación de adicción puede llegar a ser una relación violenta?

Algunas veces. Las personas que están en una relación adictiva tienden a sentir más frustración que enojo, porque viven en un círculo vicioso. Su constante es: ‘mi pareja no me ve, no me valora, no se da cuenta de lo que hago por él’. Se frustran porque no logran cambiarlo; luego lo intentan con más fuerza y se vuelven a frustrar. Entonces es más común verlas quejarse de la situación que estallar. 
Pero como una relación de esas puede durar desde un mes hasta años, en algunos casos, la frustración puede terminar en episodios de insultos u objetos que se lanzan de un lado al otro. Desde mi experiencia, sin que esto se preste para malentendidos, en esos casos la mayoría de los episodios empiezan por acción de la mujer.

¿También existen hombres que ‘aman demasiado’?

Claro que sí. Comúnmente, los hombres que desarrollan ese comportamiento son hijos de madres alcohólicas o madres con problemas. Suelen enamorarse de mujeres con las que saben que todo va a salir mal: desleales, alcohólicas, problemáticas, entre otras, y siempre se unen a ellas intentando arreglarlas y tener una buena relación. No creo que haya la misma cantidad de hombres adictos a las relaciones respecto a la de mujeres, porque creo que, como lo había mencionado, estamos genéticamente preparadas a querer arreglar todo y cuidar a los demás.

¿Cómo saber que ya no se es más ese tipo de mujer?

Cuando se dan cuenta de que ya no se consumen con la relación ni con la otra persona, cuando se ven actuando en pro de sus propios objetivos sin que su relación sea lo que acapare su esfuerzo mental. Cuando entienden que su misión es ser felices, crecer y que su relación es un complemento de eso, pero no el objetivo principal de su vida. O, a veces, simplemente cuando ya no tienen que preguntarse a sí mismas ‘¿será que soy una mujer que ama demasiado?’, esa es una buena señal de que lo han superado.