La Capsula Informativa: ARTE | PINTURA | Rendidos a Joan Miró: Las claves de una exposición histórica

Las estrellas, pájaros, mujeres y demás símbolos de Miró llenan Palma en la exposición múltiple y la más completa sobre el artista realizada en España en las últimas décadas.
Paysage Miró ofrece perspectivas no revisadas hasta ahora de la trayectoria y la figura del genio catalán afincado en Mallorca.
Los entusiastas de su arte y quienes quieran conocer al creador que «pintaba para que los espectadores imaginen y sueñen» tienen a su alcance 117 obras, entre ellas varias inéditas, y unos 250 objetos y documentos del artista que podrán visitar en las muestras de la Fundació Pilar i Joan Miró, inaugurada este miércoles; la Llotja, que se inaugura este jueves; el Casal Solleric y Es Baluard, que se abrirán el viernes.
Cada espacio expositivo ofrece una lectura distinta y permite ver más allá del arquetipo que se difunde habitualmente de su obra, porque «hay muchos mirós dentro de Joan Miró», afirma el coordinador de Cultura de Cort y uno de los cuatro comisarios, Fernando Gómez de la Cuesta.
El pionero que «enseñó a mirar lo que no percibíamos y creó imágenes inexistentes», añade, «se sitúa en el lugar que merece porque es uno de los creadores más trascendentales de la Historia del Arte», en palabras de Marga Prohens, la presidenta del Govern, sobre la «deuda saldada» que tenía Mallorca con él.
FundacioMiró / Manu Mielniezuk
Fundació Miró
‘La guspira màgica’. No hay un recorrido preestablecido por las cuatro sedes de la exposición, ya que no es cronológica, aunque si el visitante lo inicia en la Fundació Pilar i Joan Miró se acercará a la «chispa mágica» que impulsa el proceso creativo.
La directora del espacio, Antònia Maria Perelló, explica que el artista escribió que el azar era básico y «para crear tenía un método con tres puntos»:
«La inspiración, que le aparecía por un objeto o una imagen; el boceto, que surgía más o menos espontáneo y sin atender a convenciones; y la composición consciente».
Dichos objetos que recogía en el campo y la playa e imágenes de recortes de revistas dialogan con sus obras en esta muestra, que exhibe además bocetos, cuadernos y cartas con sus amigos artistas, como Picasso, Calder, Kandinsky, Duchamp, Klee y Joan Prats, y obras de algunos, todo en un paseo donde se enlaza la naturaleza, la poesía, la música, la Guerra Civil y otros temas.
Casal Solérico / Manu Mielniezuk
Casal Solleric
‘El color i la seva ombra’. Esta muestra de la macroexposición «actúa de nexo entre toda la obra mironiana», de ahí que Fernández de la Cuesta recomiende visitarla en segundo lugar.
En ella explica «la pintura como color frente a la escultura como sombra» y pone en común «todos los elementos simbólicos, los iconos que Miró utiliza saltando de una técnica a otra de manera muy ágil», según el comisario.
Además, pese a que la pintura de Miró es color, a partir de los años 60 el negro va ganando terreno e incluso hace desaparecer el color en algunas obras, como se puede ver en el Solleric, y dicha sombra se convierte en escultura.
«Hay una explicación relacionada con su gusto por el arte primitivo y las esculturas iniciales, que podían ser los objetos contrapuestos al fuego de la caverna», compara.
Para Carmen Fernández Aparicio, otra de las comisarias, además de conservadora de esculturas del Museo Nacional Reina Sofía, el protagonista de Paysage Miró es «uno de los grandes escultores del siglo XX».
Cuenta que «empezó en los años 20 creando objetos que ensamblaba y a partir de los 40 se puso en serio con elementos como troncos, piedras, raíces, objetos artesanales y lo que recogía en la naturaleza, que después unía y lo pasaba a bronce, aunque con gran fuerza pictórica».
El Reina Sofía ha cedido al Casal Solleric 27 obras de las 53 en total del centro de arte que hay en la macroexposición.
lluvia / Manu Mielniezuk
La Llotja
‘La força inicial’. La anécdota de la exposición de las diez esculturas monumentales con pátina negra la cuenta Manuel Segade, director del museo, referente internacional del arte contemporáneo.
La pieza Oiseau lunaire (1966), la de mayor escala, «está siempre en el jardín y para sacarla de allí hubo que quitar las puertas y meter una grúa», tal como explica sobre una muestra que reúne por primera vez dicho conjunto escultórico.
Son figuras con las que Miró «pretendía crear seres imaginativos, monstruosos, que impactasen. Las esculturas, al ser tridimensionales y compartir espacio con nosotros, tienen esa capacidad de forma diferente a la pintura», señala la comisaria y conservadora.
Esa es la fuerza que buscaba el artista; y «quería que estos personajes fuesen figuras soñadas, extrañas y que habitasen la naturaleza», lugares en los que están ubicadas habitualmente.
Por eso Fernández Aparicio se alegró de verlas en torno a «maravillosas columnas como palmeras», dijo en referencia al edificio gótico de la Llotja.
Las esculturas remiten a multitud de símbolos mironianos, como el sol, la luna y las estrellas, además de la mujer y referencias sexuales.
«Conectan con la idea de la Venus primigenia, de la mujer arraigada a la tierra, con el sentido de la sensualidad que tenía Miró, muy natural e importante para la vida», destaca la comisaria de la muestra que se inaugurará este jueves con las máximas autoridades.
La presidenta del Govern agradeció la implicación de todas las instituciones, especialmente al Reina Sofía y al ayuntamiento de Palma, con Jaime Martínez al frente, a su lado en la presentación de Paysage Miró.
Es Balud / Manu Mielniezuk
Es Baluard
‘Pintar entre les coses’. La última parada propuesta es para conocer al Miró «más radical, totalmente rebelde», como define el director de Es Baluard, David Barro, obras colocadas en teoría del revés, otras quemadas o rasgadas y varias que han sido pintadas sobre lienzos de otros artistas, por ejemplo.
Quien también es comisario destaca que «al contrario de cómo empiezan muchos artistas, muy rebeldes de jóvenes pero que se acomodan con el tiempo, Miró luchó contra su propio cliché en la última etapa de su vida. Con 80 años no se asentó y siguió pintando mirós ganando millones de pesetas porque quiso repensar el lugar que podía ocupar conforme iba evolucionando la pintura contemporánea».
Cuenta Barro que en una ocasión leyó que «Miró suele ser más moderno que sus intérpretes» y lo suscribe, ya que «es un artista que pese a haber pasado a la Historia del Arte, le han acotado muchas veces dentro del surrealismo porque no han sabido ver la radicalidad que muestra tras asentarse en Mallorca».
A partir de este viernes se podrá comprobar en el museo de arte contemporáneo, aunque el visitante no tiene que sorprenderse con un cuadro suyo de 1916, un paisaje de Mont-roig, que pintó de joven. El contraste confirma hasta dónde llegó con su rebeldía y creatividad.
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