¿Construyendo una relación ustedes dos? ¡Que sean tres, por favor!

¿Construyendo una relación ustedes dos? ¡Que sean tres, por favor!

“Ten paciencia”, es una de las frases que más escuchamos hoy día cuando se trata de asumir los procesos de la vida: ten paciencia contigo mismo, con otros, con tus procesos. Nuestra vida nos demanda paciencia para vivir procesos. Vivir la plenitud del amor con Dios nos exige una buena cuota de paciencia y perseverancia, porque Dios ha sido el primero en tenernos paciencia y estar a nuestro lado, es el Padre que dice a su hijo “todo lo mío es tuyo” (Lc. 15:31). Construir una relación de tres, donde Dios entra a ser quien completa la fórmula es en parte entender que en la relación es esencial que exista una palabra: comunión. Por eso hoy queremos profundizar en unos elementos sobre lo que significa construir una relación de 3 con Dios:

  1. 1+1+1= 1

Los números en las Sagradas Escrituras tienen una riqueza y simbología que muchas veces nuestros oídos no logran acoger en el mundo actual, apenas logramos recordar en ocasiones que encierran un significado. Jesús pide que seamos uno como lo son Él y el Padre (Jn. 17,20-26) y pide al hombre y a la mujer ser una sola carne (Mc. 10, 1-12) El número 1 simboliza el entorno divino, simboliza la exclusividad, ser el uno para el otro. De esa manera, cuando el amor humano se deja tocar por el amor divino comprende por qué es necesario aprender a salir de sí mismo y donarse al otro. La Santísima Trinidad nos enseña que el amor donado entre dos seres que se aman eternamente tiene como consecuencia la unidad perfecta y es esa misma unidad la que el ser humano anhela vivir siempre. Y aquí está la gran novedad que nos muestra Jesús en las citas anteriores: ¡Dios ha querido entrar en esa fórmula de amor! ¡Dios ha querido ser parte de nuestra historia de amor! Y es el amor infinito de Dios el que viene a hacer pleno el amor finito del hombre.

  1.  No somos huérfanos

Disponer nuestro corazón para dejar entrar a Dios en nuestra relación significa también que tenemos un Padre. No hay algo que dé más esperanza al corazón del hombre que el hecho de saber que hay un Padre que lo cuida y “dará cosas buenas a los que le pidan”(Mt. 7-11). Es necesario aprender a conocer la paternidad de Dios y su modo de ejercerla en nuestras vidas, de modo que así comprendamos lo que significa ser hijos. Muchas veces nos cuesta amar más a Dios, porque nos cuesta acabar de aceptar que somos hijos y no andamos huérfanos en el mundo, nos cuesta recibir el amor gratuito que Dios nos regala y pensamos a menudo -falsamente- que “ese amor tan bueno no existe”, porque vivimos en la lógica del merecimiento (tengo que merecer su amor) y no en la lógica del Don (Dios me regala su amor, porque así lo quiere). Teniendo presente esta necesidad de abrirnos a una nueva lógica y comprensión del amor, nuestra relación de pareja necesita cimentarse sobre el amor de Dios, de modo que el mundo no nos engañe diciéndonos que estamos abandonados a nuestra suerte y a nuestros méritos o capacidades.

  1. La vocación exige una respuesta

La palabra vocación viene del latín “vocare” que es la acción de llamar. Dios llama y nosotros, los llamados, damos una respuesta a su invitación a relacionarnos con Él por medio de nuestro estado de vida. Si discernimos que nuestra vocación es el matrimonio, entonces podemos decir que Dios quiere hacernos santos por medio de su presencia en nuestra relación. Considerando lo anterior, podemos decir que todo lo que la pareja empieza a vivir en su relación necesariamente tiene que estar iluminado por el Evangelio, es decir, por el amor mismo de Dios que se hace presente plenamente en el sacramento del matrimonio y da a los esposos la fuerza que necesitan para vivir con Él la plenitud del amor.

4) Algunos elementos prácticos para que nuestra relación sea de 3

Si queremos que nuestra relación sea de 3, ¡tenemos que acomodar nuestra dinámica para que seamos 3! Por lo anterior, es necesario darle el lugar a Dios en la relación. Un punto esencial que permite vivir esto son aquellos actos de piedad que aumentan nuestra fe. Una relación que es de tres necesita de encuentros entre los tres, por eso ¡visiten el Santísimo Sacramento juntos! Orar por nuestra pareja y con nuestra pareja ya es un acto de amor extremo, es la mejor forma de decirnos ¡te amo! Es importante, sin perder los roles de la pareja, que cada uno se convierta en el custodio del alma del otro, con confianza atrévanse a mostrarle con caridad a su pareja aquellas cosas que lo pueden estar alejando del amor de Dios, es necesario pedirle a Dios valentía, prudencia y humildad para mostrarle a quien amamos aquellas heridas y actos que lo hacen entrar en contradicción consigo mismo y que finalmente lo hacen sufrir.

Por último, es importante aprender a decirle “sí” a Dios en las pequeñas cosas de nuestra vida. No nos olvidemos de las palabras de Jesús en la parábola, que pone en boca del  dueño de la viña a sus  trabajadores  “En lo poco has sido fiel, al frente de mucho te pondré” (Mt. 25: 23), nuestra fidelidad al plan de Dios, a su amor y misericordia nunca será en vano, pues en Dios ningún acto de amor se pierde, Dios lo multiplicará con su bendición.

Un abrazo, Isa y Gary.

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