La capsula Informativa: creer o no creer

«La belleza de las cosas existe en el espíritu de quien las contempla».
David Hume

La vida sigue su curso siempre. Rápida. Veloz. A veces sencilla y otras tan compleja que nos hace perdernos en la marejada de sus entrañas para salir a flote sin saber muy bien, si nos hemos aferrado a una piedra resbaladiza, que puede que nos haga caer en el momento más inoportuno, o a una red que nos sacará de la tempestad.

Hace poco leí: «no dejes que tu lealtad te mantenga en lugares donde tu sentido común te hubiera echado a patadas». Y es que al final, hacemos por quedarnos porque creemos. En los cambios, en las palabras, en los hechos… Creemos porque tenemos fe en las personas, en que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Y ese tiempo de espera lo mantenemos porque efectivamente, creemos.

Creer o no creer no es cuestión de ser valientes sino de priorizarnos. De pensar hasta qué punto le hablaríamos así a otra persona. Hasta qué momento seríamos capaces de continuar por un camino que sabemos que nos lleva a ninguna parte. O de elegir desde el miedo o la comodidad en lugar de desde la calma y el sosiego.

Hace un tiempo escuché un pequeño relato que me gustó porque es muy gráfico. Me hizo pensar. Hizo que sintiera cómo era como realmente yo me encontraba. Os lo dejo por aquí:

«Había una vez una hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba salir adelante. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y darse por vencida fácilmente. 

El hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su cabaña y que tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre fuego. Cuando el agua comenzó a hervír colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café.

Los dejó hervir sin decir palabra mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era lo que su padre hacía. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café.

Miró a su hija y le dijo: «¿Qué ves?”. «Zanahorias, huevos y café», fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma. Humildemente la hija preguntó: «¿Qué significa esto, papá?»

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café sin embargo era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua.

«¿Cual eres tú?», le preguntó a su hija. «Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido, te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿Cómo te has transformado por dentro?

¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.«

La vida nos pone obstáculos. Nos hace caer y levantarnos. Propone alternativas y de nosotros depende el cómo nos enfrentamos a ellas. Por eso quizás, la vida es cuestión de creer o no creer: ¿Crees que puedes? ¿Crees que es posible? ¿Qué crees tu?

Nos leemos en breve. Con amor,

I.

Please follow and like us:



Ver fuente