La capsula Informativa: Feliz regreso a casa

«Si me preguntas para que vine a este mundo,
te responderé: para vivir en voz alta».
Émile Zola

Feliz regreso a casa

Todas las personas tenemos un punto al que volvemos. Ese que es nuestro pequeño refugio. Puede ser un lugar, una persona, un perfume, una comida…

Necesitamos sentirnos en la seguridad de que estando ahí, nada malo puede pasarnos. Tenemos la certeza de que a pesar de todo, siempre sentiremos que podemos ser al cien por cien. Y precisamente por eso, cuando algo viene a nuestra vida a desestabilizarnos, a cambiarnos, las dudas y los miedos aparecen, queremos llegar corriendo y terminar de cerrar la puerta.

Hay personas que llaman casa a su hogar. Porque les espera alguien o algo. Otras se lo dicen a una persona porque es donde encuentran la calidez de un abrazo sincero que les hace recomponerse del frío y la palabra amable y justa en el momento que más lo necesitas. Y otras lo encuentran en forma de recuerdo en un olor o en el sabor de un plato que le revive su más tierna infancia.

Al final todos buscamos sentirnos seguros. Sentir que llegas a un lugar que es «casa», independientemente de la forma o sentido que la adquiera para ti.

Creo que todos hemos tenido momentos o épocas en las que o bien no hemos querido o bien no hemos podido ser «casa». Porque nos empeñamos. Queremos colgar el letrero de «hogar dulce hogar» donde solo quedan rescoldos de unas ruinas que no pueden ser camufladas con un lindo cartel.

No todas las llaves abren todas las puertas, del mismo modo que no todos podemos ser la casa de alguien. Precisamente, por eso, hay que cuidar tanto nuestra humilde morada.

Pero tampoco podemos dejar atrás a quien dejamos que entren y que formen parte de ella.

Como en las obras, se tarda en hacer de donde estás y donde te encuentras, «tu lugar». Por eso, una vez la tienes confortable, bonita, cuidada… no le permites la entrada a cualquiera y no te importa invitar a marcharse a quien ya no.

Qué maravilloso es irse. Pero qué terapéutico resulta volver. Y encontrarte. Y sentarte a tomar una taza de tu té favorito con una música de fondo. Unas velas. Y escribir un ratito sobre esos pensamientos que se te pasan de repente por la cabeza.

Feliz regreso a casa. Donde quiera que la hayas encontrado. Al lado de quien estés. Con una sonrisa en la cara.

Nos leemos en breve,

I.

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