La capsula Informativa: Vulnerables

«Siempre acabamos llegando a donde nos esperan».
José Saramago

He hecho ya el cambio de armario. Era algo que estaba dejando pasar (básicamente porque a pesar de estar a mediados de noviembre, las temperaturas no han bajado demasiado).

Y ahí es cuando me he dado cuenta de que tenía demasiada ropa. Alguna sin estrenar, otras que me he puesto solo una vez… incluso he dado con cosas que ni me acordaba que tenía. En definitiva, que he sido más consciente de la cantidad de ropa que he acumulado. Y me he prometido a mí misma que no compro más.

¿Me hacía falta? No. ¿Me hizo feliz en ese momento? Quizás. Porque al final te das cuenta de que puedes pasar perfectamente sin todo ello porque cuando tienes que salir corriendo te pones lo primero que encuentras.

Y es ahí donde reside la fragilidad del ser humano: precisamente en saber que las personas estamos pendientes de un hilo y que a pesar de querer aparentar fortaleza, de vestirnos de nuestras mejores galas y salir ahí fuera con la máscara más reluciente que tenemos, que cuando alguien nos llama con la voz entrecortada porque está pasando un mal momento, o por ejemplo, nuestro hijo/madre etc requiere de nuestra ayuda inmediata, dejamos el disfraz para salir con nuestros miedos, pero a la vez, con la mayor de las ganas de que esa situación revierta.

Somos vulnerables. No podemos negarlo. Asumirlo es parte de la vida. Estamos aquí de paso y nos hemos acostumbrado a que día a día las cosas que apuntamos en la agenda las vamos haciendo. Programamos viajes, reservamos en restaurantes para celebrar cualquier excusa, anotamos un evento que queremos disfrutar…

Pero de repente todo eso puede cambiarnos. Y no necesariamente para mal. Quizás te den la mejor de las noticias esperadas, pero hace que tus planes ya sean otros diferentes. Priorizas. Ya no eres tu quien maneja los hilos sino eso que llamamos «destino», «casualidad», «providencia»…

Y sí, somos vulnerables porque tenemos SENTIMIENTOS. Y estamos hechos de ellos (o de su ausencia).

Menuda palabra, ¿verdad? Los hay de todas las categorías, formas y grados. Y ¿Quién dice que ser vulnerable es malo? Porqué ser frágil es una amenaza en estos tiempos que corren. Nos enseñan desde pequeños a que si nos pegan, devolvamos el golpe. Que si alguien nos pone la zancadilla, que nos venguemos. Hay que salir ahí fuera, a la batalla, vestidos de luchadores. Aparentar que somos los leones y que nada ni nadie puede amedrentarnos.

Pero qué bonito es llegar a casa y quitarte esa necesidad de estar siempre alerta. De sentirte en paz contigo misma porque no ha peor batalla que la que libras contra ti. Y si, eres vulnerable pero te aceptas. Te quieres. Y deseas que esos momentos contigo sean el mejor instante del día.

Que la vulnerabilidad no te haga convertirte en quien no eres. Y que la coraza que nos ponemos no te evite salir y disfrutar de la vida.

Nos leemos en breve. Con amor,
I.

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