Un eminente filósofo griego llamado Heráclito decía que es imposible para cualquiera bañarse dos veces en el mismo río, ya que todo cambia, tanto el agua que corre como quien se baña.

A pesar de que la gran mayoría de personas es consciente de que la naturaleza impone un cambio constante a todas las cosas, muchos encuentran dificultad a la hora de cerrar ciclos y modificar hábitos, lo que les impide mejorar su calidad de vida y les lleva a sentirse frustrados consigo mismos. Por fortuna, la solución está en aprender a reconocer cuándo es momento de soltar lo que ya no genera bienestar en nuestra vida y qué estrategias poner en práctica para evitar recaídas; a partir de entonces, todo es cuestión de darle tiempo al tiempo y adaptarnos poco a poco a nuestro nuevo estilo de vida.

Aprendiendo a reconocer un fin de ciclo

Puede que la etapa más difícil del proceso sea la aceptación, el doblegar las esperanzas (que siempre desean permanecer) y colocar en primer orden nuestro equilibrio emocional y paz mental.

Entonces, ¿cómo saber cuándo ha llegado el momento de concluir una relación, cerrar un capítulo en nuestra vida o dejar un mal hábito? Veamos:

  • Evidencia de que está en riesgo nuestra salud física o psicológica.
  • Hemos dejado de dedicar tiempo a las cosas que nos importan.
  • Experimentamos una sensación permanente de culpa o reproche hacia nosotros mismos por el estilo de vida que llevamos.
  • Nos sentimos desanimados la mayor parte del tiempo a raíz de nuestras circunstancias.
  • Cuando el evento o relación en cuestión no contribuye a nuestro crecimiento ni al alcance de nuestras metas.

Preparándonos para decir adiós

Como todos sabemos, la vida no es un rompecabezas fácilmente desarmable en el que podamos sacar una pieza de un esquina y colocarla donde nos plazca de manera instantánea. Pasamos años enteros construyendo esquemas de pensamiento, fortaleciendo relaciones y adoptando costumbres que, a la hora de la hora, no son fáciles de abandonar; es por esto que prepararse para soltar es también parte del proceso, una etapa que debe ser experimentada sin prisas.

Si te encuentras en la típica encrucijada dual donde una parte de ti exige un nuevo comienzo mientras la otra se aferra desesperadamente al alivio de lo conocido, una forma útil de prepararte para un fin de ciclo consiste en repasar contigo mismo las razones que han de motivar un nuevo cambio de paradigma. Para ello, hazte las siguientes preguntas y responde con total sinceridad:

  • ¿Qué pasaría si decido dar por concluido este capítulo de mi vida para siempre? ¿Me vería afectado positiva o negativamente? ¿Mi calidad de vida sería mejor o peor de lo que es en la actualidad?
  • ¿Qué pasaría si decido no poner punto final a la situación? ¿Cómo me haría sentir tener que lidiar con las circunstancias? ¿Vale la pena intentarlo?
  • Poniendo sobre la balanza los aspectos positivos y negativos, ¿qué tanto bien aporta a mi vida este hábito o situación? ¿Contribuye actualmente a hacer de mí una mejor persona? ¿Me genera un nuevo beneficio físico o emocional?

Cerrando puertas y tirando la llave

No basta con tomar la decisión de dejar ir todo lo malo que hace sombra en nuestra vida, hay que asegurarse de hacerlo con el menor riesgo posible a sufrir recaídas y “últimas despedidas” interminables.

Esto es lo que debes tener presente para volver a empezar con el pie derecho:

  • Sé consciente de lo que no funcionó. Ya sea que estés saliendo de una mala relación, un mal empleo o un estilo de vida poco saludable, debes saber con exactitud qué es lo que no dio resultado, cuáles fueron las razones exactas que te llevaron a sentirte incómodo con la situación.
  • Tómate el tiempo de analizar qué decisiones fueron tejiendo la telaraña hacia esos resultados. Hazte consciente de tus errores, es más, ocúpate de ellos el doble de lo que te ocuparías de los errores ajenos porque, después de todo, dependerá de ti no volver a repetir la historia.
  • Asume tu renacimiento. Date la libertad de probar cosas nuevas que te generen satisfacción personal (siempre y cuando no te dañes a ti mismo ni a los demás). El truco es dejarle claro al cerebro que eres una ser nuevo, que estás en búsqueda de experiencias más sanas y que no volverás a tropezar con la misma roca.
  • Exorciza tu vida de personas negativas. Cambia tu número de teléfono si te apetece o múdate a otra ciudad si consideras que lo necesitas y tus condiciones te lo permiten. No tiene nada que ver con dramatismos, sino con sentido común: de nada sirve un piso bien lustrado si nuestros invitados tienen los pies sucios.