Expertos en cosmetología y farmacia aseguran que “el estrés también tiene un impacto negativo para la salud de la piel, agravando patologías ya existentes como eczema o psoriasis e incluso dando lugar a nuevos problemas cutáneos”.

En estados de estrés, nuestro organismo –como mecanismo de defensa- produce cortisol. Niveles elevados de esta hormona causan estragos en nuestro sistema inmunitario afectando a nuestra piel a diferentes niveles.

De esta forma se manifiesta el estrés epidérmico:

  • Rojeces e irritación: El estrés provoca rojeces y la piel esté más irritada. La explicación está en que nuestro organismo libera más histamina, y esta es la hormona responsable de la irritación.
  • Máxima Sequedad: El exceso de cortisol provocado por el estrés afecta a la funcionalidad de la barrera de la piel, aumentando la perdida de agua transepidérmica y disminuyendo notablemente la capacidad de ésta de retener agua.
  • Acné adulto: Se debe a que hay un desequilibrio entre las cepas de bacterias buenas y malas. Esta es una de las causas del acné adulto, y suele aparecer en la zona de alrededor de la boca y la barbilla.
  • Más arrugas: El estrés y las preocupaciones también pasan factura en forma de arrugas. De forma indirecta, expresiones como fruncir el ceño, la rigidez de los músculos faciales y el efecto de la gravedad hacen que la piel pierda firmeza.
  • Tono apagado: Si tu piel ha dejado de mostrarse luminosa, puede ser a consecuencia del estrés.