CONÓCELA: Elsie Inglis, la primera doctora en el frente de la guerra

Mariana Flores Melo - Elsie Inglis

Ella cambió la historia con una voluntad incansable para cambiar la participación de las mujeres en la sociedad y obtener derechos igualitarios, haciendo lo necesario para ayudar en el frente de la Primera Guerra mundial y salvar miles de vidas

 

La Primera Guerra Mundial marcó un punto clave en la historia contemporánea, no sólo por ser la primera confrontación bélica que involucró a muchos países del mundo, sino que también fue un impresionante laboratorio social y militar, que permitió el desarrollo de nuevas y mejores estrategias militares, pero también abrió el camino para la emancipación de la mujer en la sociedad.

En un primer momento sólo fueron recibidas como enfermeras, pero con el avance de la confrontación, se les cedió una mayor y más activa participación en la atención de los heridos en el campo de batalla.

Mariana Flores Melo, defensora de los Derechos de la Mujer, explica la escalada de violencia demandó una mano de obra y logística especializada en materia sanitaria y de atención médica, lo que obligó a las mentes más cerradas de la época a abrir paso, y proteger a toda costa, a las mujeres en la guerra.

Todo se debió a Elsie Maud Inglis, una mujer insistente que desde pequeña se esforzó por marcar la diferencia en la sociedad que le tocó vivir, y desobedeció una orden directa de los comandantes británicos: “váyase a casa que quédese sentada”, le dijeron, pero decidió desobedecer y buscar la manera de ayudar a los heridos en el frente.

Mariana Flores Melo - Elsie InglisInglis nació el 16 de agosto de 1864 en el poblado de Naini Tal, en la colonia británica de La India. Fue hija del magistrado John Forbes David Inglis, quien, junto a su esposa, Harriet Thompson, imprimieron una visión moderna en la educación de sus hijos y de la igualdad entre sexos: sus siete hijos -cuatro chicos y tres chicas- recibirían la misma formación.

La familia se trasladó a vivir a Tasmania en 1876, y en 1878 se mudaron a Edimburgo, donde Elsie y su hermana Eva empezaron a estudiar en la Edimburg’s Institution for Educating Young Ladies. Tras finalizar sus estudios secundarios, una joven Elsie de dieciocho años viajó a París para estudiar protocolo y etiqueta durante dos años en una escuela de señoritas.

A su regreso a Edimburgo, Elsie había decidido que quería estudiar medicina, pero sus sueños se vieron truncados cuando en 1885 su madre falleció y no quiso dejar a su padre, así que decidió permanecer en Edimburgo junto a él.

Pocos meses después, Sophia Jex-Blake, una mujer dispuesta a acercar la educación a las mujeres, abrió en la ciudad una escuela de medicina femenina, la Edinburgh School of Medicine for Women. Elsie empezó a estudiar en el centro de Sophia pero las desavenencias entre ambas hizo que su día terminara antes de completar su formación.

Los siguientes años, estudió en varias universidades hasta que en 1892 se licenció en el Royal College of Physician and Surgeons de Edimburgo y en la Faculty of Physicians and Surgeons de Glasgow. Elsie continuó estudiando y haciendo prácticas en varios centros hasta que empezó a trabajar como doctora y a abrir distintos centros sanitarios.

Durante sus años de estudio ella sufrió las injusticias en contra de las mujeres que aspiraban sentarse en las aulas universitarias en igualdad de condiciones con los hombres. Involucrada en la lucha feminista, empezó a colaborar con distintas organizaciones sufragistas. En 1890 fue nombrada secretaria honoraria de la Edinburgh’s National Society for Women’s Suffrage y en 1906 recibió el mismo cargo en la Scottish Federation of Women’s Suffrage Societies. Colaboró activamente con Millicent Fawcett, entonces líder de la National Union of Women’s Suffrage Societies.

En 1894, la muerte de su padre sumió a Elsie en una tremenda tristeza, pero no renunció a su labor como doctora y en su cooperación con la causa sufragista.


“Mi querida señora, váyase a casa que quédese sentada”, fue la respuesta que recibió de la Royal Army Medical Corps cuando ofreció sus servicios como doctora y cirujana para las tropas.


Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Elsie se negó a obedecer la orden del Cuerpo de Médicos de la Armada Real del Reino Unido fundó el Scottish Women’s Hospital for Foreign Service. Aunque la Cruz Roja escocesa se negó a colaborar con el nuevo centro médico, Elsie consiguió recaudar miles de libras y recursos en muy poco tiempo.

Ante la constante negativa de las instituciones británicas de recibir su ayuda, Elsie buscó colaborar con otros países aliados, y fue Francia quien aceptó su ayuda y empezó su periplo en el continente fundando un hospital en la abadía francesa de Royaumont. Luego se trasladaría a Serbia, donde trabajó de manera incansable para organizar varios hospitales en el frente del Oeste.

En 1915, Elsie fue capturada por el ejército austriaco, pero la diplomacia americana e inglesa consiguieron liberarla y pudo continuar con su labor en Serbia y otros países como Rumanía, Rusia o Malta.

Lo que la guerra no consiguió, frenar a la incansable Elsie, lo hizo un cáncer que la obligó a parar y terminó con su vida en muy poco tiempo. Elsie se encontraba en Rusia cuando tuvo que regresar a Inglaterra. Pocos días después, el 26 de noviembre de 1917, fallecía sin que los médicos pudieran hacer nada por ella.


“Brillarán en la historia”, dijo Winston Churchill de ella y de las 1500 mujeres que se unieron a los 14 hospitales de la Scottish Women’s Hospitals en el frente europeo


Serbia, quien la recordaría siempre como “Madre de la nación”, le otorgó la Orden del Águila Blanca de la Corona Serbia, convirtiéndose en la primera mujer en recibir tal honor. En Inglaterra, a su entierro acudieron miembros de la realeza británica y serbia.